La empleabilidad se revaloriza

El mercado de trabajo cambia aceleradamente. Ya lo venía haciendo durante las últimas décadas, pero la actual crisis no ha hecho más que agudizar su trepidante ritmo de transformación. La globalización de los mercados, los avances tecnológicos y las mejoraras en la productividad y la calidad como eje de la competitividad, entre otros aspectos, son los catalizadores de estos cambios que impulsan a las organizaciones empresariales a fijar sus ojos en aquellos profesionales capaces de enfrentarse a una variedad creciente de tareas. Es decir, profesionales con un alto nivel de empleabilidad.

Hace años que los expertos en Recursos Humanos acuñaron el termino empleabilidad para referirse a las aptitudes y actitudes de los empleados para amoldarse a un mercado de trabajo en continuo cambio y estar en sintonía con las demandas laborales de cada momento. De ahí que los expertos consideren que la mejor carta de presentación que actualmente pueden presentar quienes buscan trabajo o desean mejorar sus expectativas laborables es precisamente exhibir un currículo flexible y disponer de aptitudes técnicas y de gestión para solucionar problemas con rapidez allí donde surjan.

Para cada individuo, la empleabilidad supone más posibilidades de acertar en la transición a lo largo de la vida laboral. Y las personas son, en este contexto, actores protagonistas de sus propias competencias, y a ellas incumbe tomar las decisiones justas para adquirirlas. La empleabilidad a lo largo de toda la vida laboral exige, por tanto, una población activa dispuesta a entender el aprendizaje y el desarrollo profesional no sólo como cuestiones normalizadas y permanentes vinculadas al empleo, sino con capacidad para detectar el potencial de todo tipo aprendizaje, independientemente del lugar donde se imparta. Solo así podrán incrementar su rendimiento y contribución como miembros de la sociedad económicamente activos.

Formar para la empleabilidad implica, pues, educar a las personas para que aprendan a aprender de manera permanente a hacer y a ser. Esto significa aprehender el significado de las cosas a partir de una cultura general que sirvan para ser capaz de comprender los datos a los que accede y los contextos en que deben valorarse. Pero la empleabilidad también supone capacidad de crear y de tomar decisiones con criterio. Porque mientras aprender a hacer se relaciona con la obtención de habilidades técnicas, aprender a ser se vincula con el desarrollo de habilidades personales, como la autoestima, la responsabilidad, la sociabilidad, los valores, la capacidad de escuchar, comunicarse y relacionarse con los demás… 

Pero todo ello no es suficiente. Para alcanzar estos objetivos de empleabilidad es preciso disponer además de acceso a una oferta diversificada de medios de formación, a unos servicios de orientación y de información sobre el mercado de trabajo, a un apoyo financiero para la formación inicial y la continua, al reconocimiento de las competencias que se hayan adquirido tanto de forma reglada como no reglada, y muy especialmente a unas buenas perspectivas de empleo.

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